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MUSICA DESDE CERO-SEGUNDA PARTE

 A principios del S. XX, con la aparición de la educación progresiva y el interés por el estudio de la infancia, empieza a plantearse una función distinta para la educación artística. Dicha labor era fundamentalmente psicológica: "las artes, se argumentaba, eran la ocasión dentro del periodo escolar para el autodescubrimiento y el desarrollo creativo" (Wolf, 1990: 946) lo que está en relación con los nuevos movimientos artísticos que surgen en aquel momento, con la aparición del Psicoanálisis, y con los escritos de Dewey, Froebel y Pestalozzi, entre otros. 

Su función era básicamente la de contribuir al desarrollo integral de la personalidad: En el albor de estos grandes cambios culturales, la educación artística se abrió un nuevo camino. Dejó de ser la vía hacia los valores sociales, y se convirtió en la salvaguarda contra la rutina, lo habitual y lo predecible, en algo único, en un medio para el desarrollo de la creatividad. Dada su apertura a la invención, la plasticidad de sus materiales, y su capacidad para portar mensajes múltiples, las experiencias artísticas se consideraban la base para el auto descubrimiento, la inventiva, y la expresión. 

Bajo este prisma, el aula de educación artística se convirti descubrir, e inventar en vez de tener que enseñarles, que practicar o que copiar. Los profesores no eran artistas sino supervisores de ese taller. Lejos de estar en silencio, eran activos mas no autoritarios. Preparaban el material, motivaban a los estudiantes provocando conversaciones reflexivas, y ayudando a los niños a elaborar juicios. Las artes eran el lugar ideal para este tipo de colaboración, básicamente porque «no había respuestas correctas» 

Y al no haber respuestas correctas, el desarrollo artístico surgía espontáneamente dentro de cada persona, a partir del juego infantil. Además, dada la posibilidad de inventar formas y significados, el arte tenía carácter curativo y terapéutico. Eso significa que la educación artística podía formar futuros trabajadores y ciudadanos más creativos, y que las artes no son válidas sólo por su contribución a los objetivos generales del currículo, sino que merecían un lugar especial por sí mismas. Donde más fuerte fue esta tendencia por liberar la creatividad del niño fue en la educación para el teatro, y sobre todo en música. 

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